USAQUEN
Ubicación
La Localidad de Usaquén esta en el extremo nororiental de Bogotá. Limita al occidente con la Autopista Norte, que la separa de la localidad de Suba; al sur con la calle 100, que la separa de la localidad Chapinero; al norte con los municipios de Chía y Sopo; y al oriente con el municipio de La Calera.
El territorio de Usaquén lo configura una zona baja o plana, suavemente ondulada, y la zona montañosa compuesta por formaciones de rocas arenosas y arcillosas blandas. De los cerros orientales bajan numerosas escurrencías y quebradas que marcaron los linderos de las grandes fincas y conforman hoy canales de aguas lluvias, las principales quebradas Santa Ana, El Contador, San Cristóbal, la Floresta y Torca.
Buena parte de su territorio corresponde a Áreas Protegidas en Suelo Rural correspondiente a los cerros orientales, más de la mitad es Suelo Urbano y existe una pequeña porción que está entre las Áreas de Expansión. En total abarca 6.531.32 Ha distribuidas así:
• Suelo urbano: 3.521.66 Ha que corresponden al 54% de la Localidad,
• Zona de Expansión Urbana: 289.74 Ha, el 4% de la Localidad,
• Zona rural y áreas protegidas: 2.719.22, el 42%
Usaquén incluye los siguientes barrios:
♦Paseo de los Libertadores
♦Verbenal
♦La Uribe
♦San Cristóbal Norte
♦Toberín
♦Country Club
♦Santa Bárbara
♦Los Cedros
♦Usaquén
Sitios de interés
• La Zona Colonial, que comprende la Parroquia de Santa Barbará (construida en 1665 y modernizada en el siglo XX), la antigua hacienda del mismo nombre (hoy Centro Comercial), seminarios, colegios y el famoso Mercado de las pulgas.
• El Country Club, club social reservado para las familias de clase alta reconocido por sus amplios y verdes campos de golf.
• El Centro Comercial Unicentro, es uno de los más grandes de la ciudad con compradores provenientes no solamente de la localidad, sino de toda la ciudad.
• El Comercial Santa Ana, ubicado en la Avenida novena, es uno de los más exclusivos de la ciudad.
• El Centro Comercial cedritos, ubicado en la calle 150 con carrera 16 (dirección nueva).
• Centro Comercial Palatino ubicado en la calle 140 con carrera 7.
• Universidad de san buenaventura ubicada en la calle 172 con carrera Centro Comercial Hacienda Santa Barbará, el cual une lo moderno con lo colonial al construirse en los terrenos donde estaba ubicada la casona colonial de la hacienda la cual fue propiedad de Pepe Sierra.
• El Complejo Empresarial Santa Bárbara es un conjunto de edificaciones altas donde se encuentran consultorios médicos, embajadas, sedes de multinacionales y empresas nacionales, así como varios restaurantes, librerías, cafés y otros servicios.
Se encuentra entre la Calle 112 y la Calle 116 y entre carreras 7 y 9. Se suele incluir en este sitio a los vecinos centro comerciales Hacienda Santa Bárbara y Santa Ana y a la Fundación Santafé, una clínica privada, así como a la Torre Petrobras y al supermercado Pomona de la 110.
Principales Hoteles de Usaquen:
●Hacienda Royal Hotel Bogotá
●Hotel Hill House
●Estelar La Fontana Hotel Bogotá
●Hotel Cosmos 100
●Hotel Charleston Bogota
●Hotel Santa Barbara Real
●Bogota Plaza Summit Hotel
Usaquén- fácil transporte
Para su acceso de transporte, hay servicio de bus urbano por la gran mayoría de vías, especialmente en la Carrera 7ª, la Avenida Novena, la Avenida Carrera 19, la Avenida Carrera 15 y las calles 187, 183, 170, 161, 153, 147, 140, 134, 127, 116 y 100.
Con el sistema Trans Milenio, sólo hay servicio para las estaciones en el límite occidental de la localidad, en la Autopista Norte hasta el Portal del Norte, donde hay servicio de buses alimentadores.
La línea B del sistema también comprende las estaciones sencillas de Toberín, Cardio Infantil, Mazurén, Calle 146, Calle 142, Alcalá, Prado, Calle 127, Pepe Sierra y Calle 106.
En cercanías a la Zona Colonial, frente al Centro Comercial Santa Ana, se encuentra la estación de ferrocarril de Usaquén, destinada para rutas por los municipios de la Sabana de Bogotá. De igual manera existe la estación de San Antonio, en la calle 183, la cual está inactiva.
Bibliotecas de la localidad de Usaquén:
▪ Biblioteca Pública Usaquén – Servita
▪ Biblioteca Julio Mario Santo Domingo
Lo Lugares Para Ir en Usaquén
Usaquén, barrio caracterizado por ser una de las zonas más exclusivas de Bogotá, fue al principio un pueblo aparte de la ciudad el cual fue absorbido por la misma; posee gran cantidad de restaurantes y sitios nocturnos, este barrio conserva la arquitectura colonial en la mayoría de sus construcciones
Este antiguo pueblo fue absorbido por el desarrollo de la ciudad. Aún se destaca su parque central, con una bella muestra del arte colonial representado en la iglesia y rodeada de restaurantes adecuados en hermosas casas coloniales y modernas. Usaquén ofrece a sus visitantes una amplia variedad de cocina nacional e internacional.
Estos son algunos de los sitios a visitar en Usaquén:
- Iglesia de Santa Bárbara:
Templo que data de 1665 y aun conserva su construcción inicial. En su interior se destacan oleos de la Natividad, Adoración de los Magos, Asunción de La Virgen y su Coronación, todos pertenecen a la Escuela de Gregorio Vásquez Arce y Ceballos, considerado el mejor pintor de la colonia. - Centro Comercial Hacienda Santa Bárbara:
El cual se encuentra ubicado en la antigua casona de una hacienda de la sabana. - Plaza de Usaquén:
Era la plaza principal del pueblo de Usaquén, las especies de árboles que aun se encuentran son; el eucalipto, liquidámbar y urapán, cuenta además con una pileta en el centro, el piso en ladrillos, prados, mobiliario de sillas, faroles, cancha múltiple y juegos para niños.
Ubicación:
Limita al norte con los municipios de Chia y Sopo, al oriente con el municipio de la Calera, al sur con la calle 100 y al occidente con la autopista norte. Entre las calles 116 Bis y 121 y entre carreras 5 y 7.
Usaquén: evidencia, tradición y nostalgia.
Usaquén es volver al ayer con intuitiva nostalgia. Caminar por sus amplias calles es transportarse en un aliento al siglo antepasado. A la colonia. A la aristocrática esencia de la capital en sí misma: la Atenas suramericana.
Aún conservada en toda su gracia, de extensas calles señoriales y ufanas de su hidalguía, engalanadas por el paso de la modernidad urbana y el desarrollo burgués, pero incólumes, empeñadas en su propia añoranza, como un veterano de batallas olvidadas, hacen de esta localidad de la capital, una experiencia única. Tejas de barro, calles de piedras planas, donde al caminar aún se sienten las primeras, toscas, pesadas, irregulares, cargadas en mula por los arrieros a través de las cordilleras inclementes, solo para hacer de Usaquén un monumento burgués-colonial al eterno pretérito de nuestra historia, de nuestra propia identidad.
Usaquén, formado en antaño como las viejas ciudades europeas, por cuadras concentradas en torno a una plaza, en su caso particular, el parque, epicentro de su sutil melancolía. Concéntrico a la cancha, cercano a la fuentecita de dos piezas, seca pero hermosa hay unas cuantas bancas, repartidas por ahí con gracia y en pares, de color café, de hierro grueso negro en sencilla filigrana, con barritas de madera lacada en el asiento y espaldar, gastadas por tanto acoger vecinos pensativos, tímidas parejas y soledades o desapariciones.
La cancha, rectángulo ausente y mal delineado, cobra vida solamente con el rodar de un balón, con los gritos eufóricos de los niños tras este, con el observar de algún inocente o de algún ser querido bien parcializado, de lo contrario es un cuadrilátero homogéneo, en reposo, como suspendido en el tiempo. Esta, cercada tímidamente por murillos de ladrillo, algunos de color púrpura opaco, por quemarse al salir del horno de cocción, donde a sus orillas el viento junta nubes de hojas secas del color ocre del olvido, le dan un toque aún más provincial al parque.
En la otra cuadra, está obediente el Colegio Distrital Santander, seguido por unos cuantos bares acogedores. El colegio, como la cancha cobra vida solo gracias a sus estudiantes arrolladores, uniformados, con las ansias de vivir aún incorruptibles: sus gritos, murmullos, movimientos, charlas, groserías, evasiones, balones, libros, profesores, gafas, batas blancas, faldas, sacos, maletas, esferos y lápices de colores, revuelan por doquier hasta que suena una campana disfónica y contínua, que los reúne al abrir sus puertas y dejarlos salir animados, al parecer, libres.
Dándole la espalda a los cerros orientales, esta la iglesia. Edificio imponente, orgulloso de su propia identidad colonial, que con sus campanazos sordos, de un eco misterioso, hacen conciente, aperciben al lugar de su propia existencia. El campanario, se encumbra cuatro pisos de doble ventanal gregoriano, dejando ver tras de sí unos cuantos escalones que llevan al sacristán a lo más alto. Termina con un techo en redondo cardenal, de color naranja otoñal, algo transparentado por la luz solar. Ostenta sobre un cuartito de ventanita de vitral violeta, un crucifijo no muy grande, algo barroco, de metal repujado, muy criollo.
Enfrentando la iglesia está la Alcaldía. Casona fresca, tradicional de simétricas tejas de barro inmaculado y fachada blanca como la nieve, plana como el hielo pulido, de cenefas bajas, puertas y ventanitas verdes de hace tiempo, con su entrada principal en madera de roble sin lacar recientemente, tal como sus columnas exteriores, anteriores al frente principal. Ostenta distraída un busto reciente en alto relieve de rostro perfilado hacia la izquierda de Simón Bolívar, donado en su honor, el 20 de Julio de 1996 por Don Eduardo Malagón Bravo.
Frente a la alcaldía, reposa también un busto del libertador hecho de bronce, con vetas verdes de óxido por la humedad de la capital, y el paso implacable del tiempo. Este, expectante, con su mirada fija en la alcaldía, que, con el rabillo del ojo parece a la espera de algún arribo anhelado, en ascenso, por la calle 118.
En la otra acera, frente al Colegio Distrital, hay casas convertidas en locales, restringidas a mantener el aspecto tradicional del barrio, pero con una voluntad oculta de cambiarlo sin malicia, inocentes a diferencia del desarrollo de la modernidad. Está la panadería Golconda, La Bodega de las Flores y un par de edificios residenciales. En los alrededores, casas grandes, orgullosas, súpercolocadas, con vetustos árboles guardianes, protegidas por paredes altas, elegantes, con terminaciones de seguridad eléctricas, que solo imponen aún más el enigma engreído que estas esconden en su interior. El cerro de La Calera, cubriendo el oriente horizontal de la ciudad, escondiendo, retrasando el sol, dibujando con su obstrucción telúrica un mejor amanecer, aún más hermoso, le guarda la espalda.